miércoles, 8 de mayo de 2013

¿POR QUE A MI?


Todos somos conscientes de que vivimos tiempos de un elevado componente de complejidad e incertidumbre. Tiempos que han provocado una transformación de la sociedad y como consecuencia de ello, también, de sus valores.

Transformaciones que han afectado y afectan emocionalmente a las personas, que les influyen e impactan en su estado de ánimo, en su actitud, en definitiva, momentos en los que se tiene que tener la capacidad, más que nunca, de generar un cambio.

Un cambio de actitud muy similar al de personas que han pasado por un momento de salud difícil (accidente, enfermedad, etc.). Que han tenido la fortuna de  superarlo, de recuperarse y donde, con toda seguridad, han reorganizado sus prioridades.

Personas que ante una situación adversa han tenido que desarrollar actitudes, capacidades, habilidades con las que enfrentarse a este difícil momento con único  objetivo: ganar la batalla.

Momentos como el que yo viví en primera persona, hace ya siete años y que a día de hoy, he superado.

Por ello me he permitido adjuntar una pequeña reflexión que realice hace tiempo,  con la pretensión de describir  como afronte esta situación adversa e imprevisible y cuyas puntuales lecturas, en más de una ocasión, me han dado fuerza para poder asumir y enfrentarme con éxito, a estos entornos de complejidad e incertidumbre.



¿POR QUE A MI?.-


Siempre he tenido muy presente, una frase de la película Forrest Gump: “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”.

Y es cierto, a lo largo de nuestra vida van apareciendo determinados acontecimientos, unos previsibles otros imprevisibles, de los que dependiendo de su contenido y características, estaremos o no capacitados para asumirlos de una forma u otra.

De entre los imprevisibles destacan las enfermedades y sobre todas ellas, una, definida de forma genérica como: “Enfermedad neoplásica con transformación de las células, que proliferan de manera anormal e incontrolada”, y a la que podemos añadir, para ayudar a identificarla: “Tumor maligno”. Ahora ya no hay duda: “CANCER”.

Palabra maldita y tabú, pero muy utilizada en nuestro mundo, sobre todo en el mediático,  para identificar todo aquello desagradable y despreciable: “La droga es el cáncer de nuestra sociedad”, “El terrorismo es un cáncer que debe erradicarse”, etc.

Ante lo anterior, si en nuestra vida se nos presentase un acontecimiento imprevisible como el descrito, ¿como reaccionaríamos y nos enfrentaríamos a ello?, ¿estaríamos preparados y capacitados para asumirlo?. Seguramente y en contadas ocasiones, por no decir escasas, no nos hemos llegado a plantear algo tan improbable, “a mí no me puede pasar”, “me encuentro perfectamente”, “yo me cuido mucho”.

Afortunadamente así es, salvo cuando no lo es y un día te ves obligado, prácticamente sin elección, a enfrentarte a este temido “acontecimiento”.

Y así fue, hace casi ya seis años, que recibí una “delicada e impactante noticia”, en mi caso un Linfoma No Hodgkin, que por su estado y extensión, me obligaba a detener de golpe y sin contemplaciones, toda mi actividad personal, profesional y social, para someterme in situ a un diagnostico y posterior tratamiento urgente, imprescindible y fundamental para poder tratar a este impertinente invitado, que sin permiso alguno, había tomado la decisión de instalarse en mi organismo. Resumiendo, mi vida había cambiado en un segundo.

¿Estás preparado para ello? Pues NO, como vas a estarlo ¿Quién lo está?, la situación de frenar en seco toda tu actividad y la incertidumbre de un futuro dudoso y poco esperanzador, da lugar a una reacción personal en la que difícilmente puedes mantener la calma, sobretodo en los primeros momentos y donde si se le añade algo tan primordial como: el impacto en tu familia y entorno, no hay por donde cogerlo.

¿Cómo se lo digo? A mí mujer, a mis hijos… Realmente es muy difícil ya que el sentido común y el raciocinio desaparecen y entran en juego las reacciones emocionales más caóticas y catastróficas tales como la sensación de que la vida se me está escapando de las manos.

Pero como dicen los jóvenes de hoy en día, en una de sus frases más características: “Esto es lo que hay” y ciertamente así es.

En este momento tienes solo hay dos caminos:

- Afrontarlo y luchar para salir adelante.
Desesperarte, hundirte, depresión, caos.

Donde pese a lo fácil que puede ser entrar en la segunda frase, tienes la obligación incuestionable, de asumir la primera. Porque nos guste o no el problema ya esta ahí  y no queda más remedio que enfrentarte a ello. No sólo por ti, sino por los que realmente te necesitan y aunque no lo parezca, son los que van a sufrir y los que esperan con fe y esperanza que no les abandones, que luches con todas tus fuerzas con el objetivo de salir victorioso de ello y donde se puede asegurar y demostrar, que desde el principio hasta el final, su apoyo es imprescindible, necesario y vital para  esta batalla.

Estaba claro, ó afrontaba con la actitud necesaria y suficiente la enfermedad ó sucumbía ante ella dándome por vencido, no asumiendo ningún tipo de responsabilidad sobre las consecuencias, tanto directas como indirectas, producto de mi abandono.

En mi caso opté por afrontarlo y es en este momento cuando se debe ser realista, donde el lamento y la autocompasión no existen y donde se deben desarrollar habilidades suficientes que permitan asumir esta contrariedad para evitar cualquier aproximación a estados depresivos. Yo me apoye en dos:

- Actitud Positiva.- Por la dificultades que irían apareciendo, debería evitar ideas pesimistas y conclusiones negativas.
- Confianza.- Pese a que mi salud estaba tocada, mi fortaleza demostraba que la reacción a los diferentes tratamientos y sus efectos secundarios, superaba expectativas  de recuperación. Ganaba de momento la batalla.

Evidentemente esto no iba a ser fácil, ni para mí ni para mi familia. No solamente por mantener el equilibrio psíquico, sino porque físicamente se iba a producir un deterioro: falta de peso, caída de cabello, aspecto general, etc., y esto obligaba a enfrentarse a reacciones y curiosidades de la gente, que pese a ello lo consideré lógico y no podía juzgarlo. Pero en mi caso lo tenía asumido: era un cambio temporal.

Todo lo que antes era importante y trascendental, ahora ya no lo era. Debía apreciar detalles, momentos, valores, antes insignificantes. Analizar lo bueno que me rodeaba y aprovecharlo.

Apoyarme en mi fuerza de voluntad y en el soporte recibido en primera persona por mi mujer, que nunca se separó de mi lado en los momentos más difíciles y que siempre ha estado junto a mí. En mis hijos, que a medida que iba superando etapas, su ilusión y esperanza crecía de forma significativa. En mi entorno, familia, amistades, escuela, trabajo, cuyas reacciones y acciones fueron un apoyo digno de mencionar y destacar.

Todo lo anterior es lo que dio lugar una reacción que me permitió nunca darme por vencido y cuyo objetivo, de aferrarme a la vida, a día de hoy ha sido alcanzado logrando que mi impertinente “linfoma”, de momento, haya entrado en remisión.

Por ello mi grado de satisfacción por lo conseguido, me ha permitido que describa esta experiencia como algo muy positivo, donde conceptos tales como la confianza, la seguridad en mi mismo, la autoestima y la importancia de los pequeños detalles, han aumentado espectacularmente.             .

Y donde la percepción que tengo de la vida, se resume en la siguiente frase:

“LA VIDA DEPENDE DE LA INTESIDAD CON QUE SE VIVE, NO DE SU EXTENSION”.(Emil Ludwing).


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